La heptada y las siete creaciones1
Estas enseñanzas eran fundamentalemente nuevas, pero fue la vieja cosmogonía que proveyó la base para el pensamiento de Zoroastro. Así que el primer acto que concibió Zoroastro realizó Ahura Mazda fue la evocación (a través de su Espíritu Santo, Spenta Mainyu) de seis divinidades menores, los Seres radiantes de la primera visión de Zoroastro. Estas divinidades formaron una heptada con Ahura Mazda mismo, y procedieron, junto con él, a dar forma a las siete creaciones que hacen el mundo. La evocación de las seis está descrita variadamente en los trabajos zoroastristas, pero siempre se hace de maneras que sugieren la unidad esencial de la divinidad generosa. De esta manera, se dice que Ahura Mazda es su padre, o que se ha fundido con ellas, y, en un texto Pahlavi, la creación que él ha hecho de ellos se compara a encender, con una antorcha, otras antorchas.
Los seis grandes Seres a su vez, Zoroastro enseñaba, evacaban a otras divinidades generosas, quienes son de hecho los dioses generosos del panteón pagano iranio. (él mismo invoca a un número de ellos en los Gathas, notablemente a los otros Ahuras, es decir, a Mithra y Apam Napat, a Sraosha, Ashi y Geush Urvan). Todos estos seres divinos, que son, según su doctrina, directa o indirectamente las emanaciones de Ahura Mazda, luchan bajo su mando, según sus varias tareas asignadas, para favorecer el bien y derrotar el mal. En conjunto, son conocidos en el zoroastrismo como los Yazatas, los “Seres dignos de alabanza”, o los Amesha Spenta, los “Santos Inmortales”. Aunque el último término no ocurre en los Gathas, lo más probable es que haya sido acuñado por Zoroastro mismo para distinguir aquellos seres revelados a él como generosos, de la generalidad de los dioses paganos, que eran invocados como “Todos los Inmortales” en los Vedas; pues Zoroastro rechazaba con los mayores coraje y firmeza la alabanza de los belicosos, amorales Daevas —es decir, Indra y sus compinches—, a quienes consideraba seres de la raza de intención maligna (Y 32.3). “Los Daevas no eligieron correctamente, pues el Impostor vino a ellos cuando lo consultaron, de manera que eligieron la peor intención. Entonces fueron poseídos por la Ira, a través de quien afligieron la vida del hombre” (Y 30.6). Para Zoroastro, los Daevas eran malignos por naturaleza y malignos por elección, como Angra Mainyu mismo —falsos dioses que no debían de ser alabados porque estaban ahí para el conflicto entre los hombres, atrayéndolos a través de la codicia por ofrendas al derramamiento de sangre y a los conflictos destructivos—.
La palabra crucial “spenta”, usada por Zoroastro para Ahura Mazda y toda su creación, es uno de los términos más importantes en su revelación. Básicamente, parece, significa “poseer poder”, y cuando se usa para las divinidades generosas, como “poseer poder para ayudar, socorrer”; de aquí, “favorecer, sostener, beneficiar”. A través del constante uso religioso, spenta adquirió matices de significado, como la palabra “sacro, santo [holy]”, que, de manera similar, origininalmente significaba “poderoso, fuerte”. Por lo tanto, “santo” es una interpretación cercana para “spenta”; pero para evitar conceptos ajenos al zoroastrismo, algunos expertos han preferido “generoso [bounteous]” como traducción estándar. Sin embargo, esta palabra tiene la debilidad de que no tiene ninguna asociación religiosa en inglés, y por lo tanto no conlleva el sentido de veneración implícita en el spenta zoroastrista. La interpretación como “santo” se ha preferido de manera general en este libro.
Aunque el título de Amesha Spenta puede usarse para cualquiera de las divinidades de la creación de Ahura Mazda, se aplica particularmente a las seis grandes de la propia visión del profeta, las otras divinidades menores referidas como los Yazatas. La doctrina de los seis Santos Inmortales es fundamental en las enseñanzas de Zoroastro, y tiene consecuencias éticas y espirituales de largo alcance, puesto que estos Seres hipostasian cualidades o atributos de Ahura Mazda mismo, y pueden, a su vez (si se les solicita y venera apropiadamente) conferirlas a los hombres. Para cada individuo, como para el profeta mismo, el Inmortal que dirige el camino hacia todos los demás es Vohu Manah, “la Buena Intención”; y su más cercano confederado es Asha Vahishta, “la Mejor Rectitud” —la divinidad que personifica el poderoso principio de asha, a quien Zoroastro menciona en los Gathas más veces que a cualquier otro de los seis—. Luego está Spenta Armaiti, “la Santa Devoción”, que encarna la entrega a lo que es bueno y justo; y Khshathra Vairya, “el Deseable Dominio”, que representa tanto el poder que cada persona debería ejercer adecuadamente para la rectitud en esta vida, como el poder y reino de Dios. El último par es Haurvatat y Ameretat, “la Salud” y “la Larga Vida”, quienes no sólo alargan esta existencia mortal, sino quienes también confieren ese bienestar y vida eternos, los cuales pueden obtenerse mediante la rectitud en presencia de Ahura Mazda.
Que los atributos divinos deban aislarse, y luego invocarse y alabarse como seres independientes era una característica de la religión irania pagana, como hemos visto en el caso de Mithra, rodeado de la Amistad, la Obediencia, la Justicia, el Coraje y la Gracia Divina. Así que el molde en que Zoroastro vació su nueva doctrina ya era antiguo. Consideró a los seis grandes como similarmente cercanos al Señor Supremo; y se dice de ellos en el Avesta más temprano (Yt 19.16-18) que son una “sola mente, una sola voz, un solo acto... De uno se contempla el alma del otro, al pensar en buenos pensamientos, buenas palabras, buenas acciones... Ellos que son los creadores, formadores, hacedores, observadores y guardianes de las creaciones de Ahura Mazda”. En la antigua religión irania, también existió la tendencia de asociar divinidades “abstractas” con fenómenos físicos, tan estrechamente que (como en el caso de Mithra y Apam Napat) se consideraba que los fenómenos podían representar a las divinidades mismas; ya en los Gathas, la asociación de los siete Amesha Spentas con las siete creaciones era de este tipo. La naturaleza del vínculo en cada caso parece haber sido entendida por el profeta a través de sus meditaciones acerca del yasna, el acto diario de alabanza por el cual las siete creaciones eran preservadas y bendecidas. Cavilando sobre los rituales del yasna, llegó a reconocer que, dentro de cada una de las cosas que como sacerdote veía y manipulaba, había una presencia inmaterial, una divinidad oculta, de modo que, a través de estos ritos, realizados principalmente para la preservación del mundo físico, sacerdote y creyentes podrían al mismo tiempo, buscar un bien moral y espiritual, honrando y esforzándose para unirse a los grandes e invisibles Amesha Spentas. Así fue añadida una nueva dimensión a las prácticas religiosas de tiempos antiguos.
El vínculo de cada divinidad con su creación es uno razonable, pues el zoroastrismo, una vez que sus premisas sostenidas de manera intuitiva —o reveladas de manera divina— se toman por ciertas, es esencialmente una fe racional. De modo que Khshathra, el Deseable Dominio, es el señor del sólido cielo de piedra, quien se arquea de manera protectora sobre la tierra. La modesta tierra pertenece a Spenta Armaiti, la Santa Devoción. El agua es la creación de Haurvatat, la Salud, y las plantas pertenecen a Ameretat, la Larga Vida o la Inmortalidad. Vohu Manah, la Buena Intención, es el señor de la vaca dulce y generosa, quien era, para los nómadas iranios, un poderoso símbolo de bondad creativa, de aquello que sustenta y nutre. El fuego, que se encuentra presente en las otras creaciones y que, a través del sol, controla las estaciones, está bajo la protección de Asha Vahishta, el Orden que ha de regular y correr por el mundo. Finalmente, el hombre mismo, con su inteligencia y poder de elección, pertenece especialmente a Ahura Mazda, el Señor Sabiduría, quien efectuó la primera elección de todas. Estas asociaciones, sutilmente aludidas en los Gathas, están claramente presentadas en la literatura posterior.
El orden de la gran heptada de divinidades frecuentemente no corresponde con la secuencia cronológica de las siete creaciones. Esto se debe a que era natural mencionarlos, de manera habitual, según su valor y dignidad espirituales, con Ahura Mazda a la cabeza, como legítimamente le correspondía. Cualquiera de las siete grandes podía ser interpelada por cualquier devoto individual —en realidad, debía invocarlas a todas, si ha de convertirse en un hombre perfecto; sin embargo, dos de ellas tenían un vínculo especial con dos grupos sociales—. Armaiti, en tanto que guardian de la modesta tierra, era el protector de los pastores, quienes dependían estrechamente de su generosidad, y quienes, dado que eran los miembros más modestos de la sociedad, particularmente necesitaban la virtud de la sumisión; mientras que Khshathra, señor del noble y protector cielo y, por lo tanto, completamente pétreo, era, apropiadamente, el guardian de los guerreros, los cuales tenían el deber de usar sus armas —sus flechas y lanzas de punta de pedernal, sus hondas y sus pesadas mazas— para proteger al pobre y al débil, y no para despojarlo o perjudicarlo. El tercer grupo social, los sacerdotes, quienes eran la clase educada, se sentía sin duda particularmente bajo la protección de Ahura Mazda, el Señor Sabiduría, cuya creación, la humanidad, representaban los sacerdotes en el yasna, pero el poder del Señor Supremo es tan omnímodo, que en la tradición no se le da tanta importancia.
Siendo creación de Ahura Mazda, todo hombre debe no sólo valorar las seis creaciones menores, sino también debe velar por su propio bienestar físico y moral, y cuidar a su prójimo, pues este es igualmente la criatura especial de Dios. El código ético particular que Zoroastro les dio a sus seguidores bajo el cual vivir les exigía buenos pensamientos, buenas palabras y buenas acciones —una ley moral admirable que parece una generalización de la triple exigencia hecha al sacerdote iranio, el cual, para realizar un acto de alabanza, necesitaba en efecto una intención buena, palabras correctas y rituales apropiados—.
De este modo, la doctrina de los siete Amesha Spentas y las siete creaciones inspiró una moral de conjunto e inculcaba en el hombre un profundo sentido de responsabilidad por el mundo a su alrededor. Es el líder de las creaciones, pero está ligado a las otras seis por el vínculo de un propósito compartido, pues toda creación spenta lucha por una meta común, el hombre de manera consciente, el resto de manera instintiva o natural, pues a todos se les dio existencia con este único fin, a saber, la derrota total del mal.
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1 comentario:
yo me he alineado con ese pensamiento, alguna vez, el de la lucha contra el mal, pero no pude evitar sentirme superior. creo que sigo teniendo ese sentido de responsabilidad pero lo he dirigido hacia mí. la lucha contra el mal se volvió la lucha contra lo que me hace mal a mí.
lo que digo es esto: me parece que estas líneas de pensamiento siguen en efecto hoy y funcionamos bajo unas definiciones del bien y el mal que nos han enseñado. hay que pensar estas cosas uno misma, honestamente. si no, vamos a andar como borregos.
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