21 de febrero de 2012

Zoroastrismo III


La heptada y las siete creaciones1

Estas enseñanzas eran fundamentalemente nuevas, pero fue la vieja cosmogonía que proveyó la base para el pensamiento de Zoroastro. Así que el primer acto que concibió Zoroastro realizó Ahura Mazda fue la evocación (a través de su Espíritu Santo, Spenta Mainyu) de seis divinidades menores, los Seres radiantes de la primera visión de Zoroastro. Estas divinidades formaron una heptada con Ahura Mazda mismo, y procedieron, junto con él, a dar forma a las siete creaciones que hacen el mundo. La evocación de las seis está descrita variadamente en los trabajos zoroastristas, pero siempre se hace de maneras que sugieren la unidad esencial de la divinidad generosa. De esta manera, se dice que Ahura Mazda es su padre, o que se ha fundido con ellas, y, en un texto Pahlavi, la creación que él ha hecho de ellos se compara a encender, con una antorcha, otras antorchas.
     Los seis grandes Seres a su vez, Zoroastro enseñaba, evacaban a otras divinidades generosas, quienes son de hecho los dioses generosos del panteón pagano iranio. (él mismo invoca a un número de ellos en los Gathas, notablemente a los otros Ahuras, es decir, a Mithra y Apam Napat, a Sraosha, Ashi y Geush Urvan). Todos estos seres divinos, que son, según su doctrina, directa o indirectamente las emanaciones de Ahura Mazda, luchan bajo su mando, según sus varias tareas asignadas, para favorecer el bien y derrotar el mal. En conjunto, son conocidos en el zoroastrismo como los Yazatas, los “Seres dignos de alabanza”, o los Amesha Spenta, los “Santos Inmortales”. Aunque el último término no ocurre en los Gathas, lo más probable es que haya sido acuñado por Zoroastro mismo para distinguir aquellos seres revelados a él como generosos, de la generalidad de los dioses paganos, que eran invocados como “Todos los Inmortales” en los Vedas; pues Zoroastro rechazaba con los mayores coraje y firmeza la alabanza de los belicosos, amorales Daevas —es decir, Indra y sus compinches—, a quienes consideraba seres de la raza de intención maligna (Y 32.3). “Los Daevas no eligieron correctamente, pues el Impostor vino a ellos cuando lo consultaron, de manera que eligieron la peor intención. Entonces fueron poseídos por la Ira, a través de quien afligieron la vida del hombre” (Y 30.6). Para Zoroastro, los Daevas eran malignos por naturaleza y malignos por elección, como Angra Mainyu mismo —falsos dioses que no debían de ser alabados porque estaban ahí para el conflicto entre los hombres, atrayéndolos a través de la codicia por ofrendas al derramamiento de sangre y a los conflictos destructivos—.
     La palabra crucial “spenta”, usada por Zoroastro para Ahura Mazda y toda su creación, es uno de los términos más importantes en su revelación. Básicamente, parece, significa “poseer poder”, y cuando se usa para las divinidades generosas, como “poseer poder para ayudar, socorrer”; de aquí, “favorecer, sostener, beneficiar”. A través del constante uso religioso, spenta adquirió matices de significado, como la palabra “sacro, santo [holy]”, que, de manera similar, origininalmente significaba “poderoso, fuerte”. Por lo tanto, “santo” es una interpretación cercana para “spenta”; pero para evitar conceptos ajenos al zoroastrismo, algunos expertos han preferido “generoso [bounteous]” como traducción estándar. Sin embargo, esta palabra tiene la debilidad de que no tiene ninguna asociación religiosa en inglés, y por lo tanto no conlleva el sentido de veneración implícita en el spenta zoroastrista. La interpretación como “santo” se ha preferido de manera general en este libro.
     Aunque el título de Amesha Spenta puede usarse para cualquiera de las divinidades de la creación de Ahura Mazda, se aplica particularmente a las seis grandes de la propia visión del profeta, las otras divinidades menores referidas como los Yazatas. La doctrina de los seis Santos Inmortales es fundamental en las enseñanzas de Zoroastro, y tiene consecuencias éticas y espirituales de largo alcance, puesto que estos Seres hipostasian cualidades o atributos de Ahura Mazda mismo, y pueden, a su vez (si se les solicita y venera apropiadamente) conferirlas a los hombres. Para cada individuo, como para el profeta mismo, el Inmortal que dirige el camino hacia todos los demás es Vohu Manah, “la Buena Intención”; y su más cercano confederado es Asha Vahishta, “la Mejor Rectitud” —la divinidad que personifica el poderoso principio de asha, a quien Zoroastro menciona en los Gathas más veces que a cualquier otro de los seis—. Luego está Spenta Armaiti, “la Santa Devoción”, que encarna la entrega a lo que es bueno y justo; y Khshathra Vairya, “el Deseable Dominio”, que representa tanto el poder que cada persona debería ejercer adecuadamente para la rectitud en esta vida, como el poder y reino de Dios. El último par es Haurvatat y Ameretat, “la Salud” y “la Larga Vida”, quienes no sólo alargan esta existencia mortal, sino quienes también confieren ese bienestar y vida eternos, los cuales pueden obtenerse mediante la rectitud en presencia de Ahura Mazda.
     Que los atributos divinos deban aislarse, y luego invocarse y alabarse como seres independientes era una característica de la religión irania pagana, como hemos visto en el caso de Mithra, rodeado de la Amistad, la Obediencia, la Justicia, el Coraje y la Gracia Divina. Así que el molde en que Zoroastro vació su nueva doctrina ya era antiguo. Consideró a los seis grandes como similarmente cercanos al Señor Supremo; y se dice de ellos en el Avesta más temprano (Yt 19.16-18) que son una “sola mente, una sola voz, un solo acto... De uno se contempla el alma del otro, al pensar en buenos pensamientos, buenas palabras, buenas acciones... Ellos que son los creadores, formadores, hacedores, observadores y guardianes de las creaciones de Ahura Mazda”. En la antigua religión irania, también existió la tendencia de asociar divinidades “abstractas” con fenómenos físicos, tan estrechamente que (como en el caso de Mithra y Apam Napat) se consideraba que los fenómenos podían representar a las divinidades mismas; ya en los Gathas, la asociación de los siete Amesha Spentas con las siete creaciones era de este tipo. La naturaleza del vínculo en cada caso parece haber sido entendida por el profeta a través de sus meditaciones acerca del yasna, el acto diario de alabanza por el cual las siete creaciones eran preservadas y bendecidas. Cavilando sobre los rituales del yasna, llegó a reconocer que, dentro de cada una de las cosas que como sacerdote veía y manipulaba, había una presencia inmaterial, una divinidad oculta, de modo que, a través de estos ritos, realizados principalmente para la preservación del mundo físico, sacerdote y creyentes podrían al mismo tiempo, buscar un bien moral y espiritual, honrando y esforzándose para unirse a los grandes e invisibles Amesha Spentas. Así fue añadida una nueva dimensión a las prácticas religiosas de tiempos antiguos.
     El vínculo de cada divinidad con su creación es uno razonable, pues el zoroastrismo, una vez que sus premisas sostenidas de manera intuitiva —o reveladas de manera divina— se toman por ciertas, es esencialmente una fe racional. De modo que Khshathra, el Deseable Dominio, es el señor del sólido cielo de piedra, quien se arquea de manera protectora sobre la tierra. La modesta tierra pertenece a Spenta Armaiti, la Santa Devoción. El agua es la creación de Haurvatat, la Salud, y las plantas pertenecen a Ameretat, la Larga Vida o la Inmortalidad. Vohu Manah, la Buena Intención, es el señor de la vaca dulce y generosa, quien era, para los nómadas iranios, un poderoso símbolo de bondad creativa, de aquello que sustenta y nutre. El fuego, que se encuentra presente en las otras creaciones y que, a través del sol, controla las estaciones, está bajo la protección de Asha Vahishta, el Orden que ha de regular y correr por el mundo. Finalmente, el hombre mismo, con su inteligencia y poder de elección, pertenece especialmente a Ahura Mazda, el Señor Sabiduría, quien efectuó la primera elección de todas. Estas asociaciones, sutilmente aludidas en los Gathas, están claramente presentadas en la literatura posterior.
     El orden de la gran heptada de divinidades frecuentemente no corresponde con la secuencia cronológica de las siete creaciones. Esto se debe a que era natural mencionarlos, de manera habitual, según su valor y dignidad espirituales, con Ahura Mazda a la cabeza, como legítimamente le correspondía. Cualquiera de las siete grandes podía ser interpelada por cualquier devoto individual —en realidad, debía invocarlas a todas, si ha de convertirse en un hombre perfecto; sin embargo, dos de ellas tenían un vínculo especial con dos grupos sociales—. Armaiti, en tanto que guardian de la modesta tierra, era el protector de los pastores, quienes dependían estrechamente de su generosidad, y quienes, dado que eran los miembros más modestos de la sociedad, particularmente necesitaban la virtud de la sumisión; mientras que Khshathra, señor del noble y protector cielo y, por lo tanto, completamente pétreo, era, apropiadamente, el guardian de los guerreros, los cuales tenían el deber de usar sus armas —sus flechas y lanzas de punta de pedernal, sus hondas y sus pesadas mazas— para proteger al pobre y al débil, y no para despojarlo o perjudicarlo. El tercer grupo social, los sacerdotes, quienes eran la clase educada, se sentía sin duda particularmente bajo la protección de Ahura Mazda, el Señor Sabiduría, cuya creación, la humanidad, representaban los sacerdotes en el yasna, pero el poder del Señor Supremo es tan omnímodo, que en la tradición no se le da tanta importancia.
     Siendo creación de Ahura Mazda, todo hombre debe no sólo valorar las seis creaciones menores, sino también debe velar por su propio bienestar físico y moral, y cuidar a su prójimo, pues este es igualmente la criatura especial de Dios. El código ético particular que Zoroastro les dio a sus seguidores bajo el cual vivir les exigía buenos pensamientos, buenas palabras y buenas acciones —una ley moral admirable que parece una generalización de la triple exigencia hecha al sacerdote iranio, el cual, para realizar un acto de alabanza, necesitaba en efecto una intención buena, palabras correctas y rituales apropiados—.
     De este modo, la doctrina de los siete Amesha Spentas y las siete creaciones inspiró una moral de conjunto e inculcaba en el hombre un profundo sentido de responsabilidad por el mundo a su alrededor. Es el líder de las creaciones, pero está ligado a las otras seis por el vínculo de un propósito compartido, pues toda creación spenta lucha por una meta común, el hombre de manera consciente, el resto de manera instintiva o natural, pues a todos se les dio existencia con este único fin, a saber, la derrota total del mal.


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5 de febrero de 2012

Θεός πολίτικον (o el problema del mal)


Dios es como un político: en sus presentaciones aparece con grandes capacidades: todo bueno, todo justo, brillante, luminoso; sin embargo, no hace absolutamente nada, y cuando llega a hacer algo que usualmente debería de hacer, su séquito se lo alaba como un gran logro de su mandato (algo extraordinario, un milagro)1.


1La existencia del mal y la de un dios omnipotente, omnisciente y moralmente perfecto plantea un problema. A este se le llama en filosofía el problema del mal. El enlace da a la entrada sobre el tema en la Stanford Encyclopedia of Philosophy.

3 de febrero de 2012

Hablar en cuarta, quinta, sexta persona


Estábamos Luis Rodrigo, Cuqui y yo en casa de José Luis comiendo tamales, por la Fiesta de la Candelaria, cuando José Luis nos dijo que Quijote, su gato, no se acercaba a su comida porque ya la había olido un gato. Y comenzó a explicarnos que los gatos suelen acercarse a oler la comida (me imagino que sobre las mesas) aunque no la coman y que hay personas a las que les desagrada que los gatos hagan eso con su comida (la de las personas, no la de los gatos); que así le pasa a Quijote: ya no se acerca a su comida porque él ya la ha olido. Entonces Cuqui replicó: “Entonces tu gato hace lo que tú: se piensa en tercera, cuarta, quinta persona”. Luis Rodrigo preguntó: “¿Cómo sería una cuarta persona?”, y continuó: “Estaría padre que hubiera tercera persona del plural para el caso en que uno se incluye y otra [también tercera] para el caso en que no”. Yo repliqué: “Es la primera persona del plural, y es que uno incluya o no a alguno de los interlocutores”. Dijo: “Sí, la primera”.
     La plática se desvió, no recuerdo hacia qué tema; sin embargo, yo me quedé pensando en cómo o qué o cuál podría ser la cuarta persona, así que aproveché cuando se hizo un silencio corto para decir cuál sería: “La cuarta persona sería la persona de la que hablaría un tercero [y que no estuviera presente]... Se haría añadiendo una terminación a la tercera persona, y se añadiría otra vez para la quinta, y otra vez para la sexta, y otra vez para la séptima, y así”. A lo que Luis Rodrigo rápidamente sugirió: “Elet”. Y continué: “Ajá, elet, eletet, eletetet, y así; para la cuarta, quinta, sexta persona, y así. Por ejemplo, ‘Él dijo que elet es...’”. E interrumpiéndome, más o menos retador, me preguntó: “¿Y cómo se conjugaría el verbo ser en la cuarta persona?”. Nos miramos todos, salvo Luis Rodrigo, haciéndonos cara de “nooo, se está complicando”. Y Luis Rodrigo sugirió: “Eset... Ah, y para la cuarta persona del plural Ellots sonet”. Y todos nos empezamos a reír. José Luis dijo que parecía catalán. Y seguimos: “Ellats sonet”. Pero entonces pregunté: “¿Y si hay dos cuartas personas?”. Me contesté: “Habría que utilizar algo como los subíndices”. Y José Luis gritó desde la cocina (porque se paraba, caminaba a la cocina y se regresaba a la mesa): “¡Con un prefijo!”. Sugerí: “Pro”, y luego Luis Rodrigo: “Proto... Ah, no”. Proseguí: “Sí... No, mejor como español: ono, doso, treso..: onoelet”. Luis Rodrigo dijo: “Mejor sec para el segundo”. Sugerí: “seco”. Asintió: “Se oye bien”. Y solté una frase: “Onoelet le platicaba a sequelet que eletet era... muy loco”. (Por supuesto, no conjugué correctamente, pues debí decir: “Onoelet le platicábat a sequelet que eletet ératet muy loco”). Y nos empezamos a reír. Entonces añadí: “Se entiende todo, ¿no? Porque si no, diríamos: ‘Él le platicaba a él que él estaba muy loco’. No se entiende nada”.
     Entonces cambiamos de tema otra vez. Pero luego de un buen rato de charla, me volví hacia Luis Rodrigo y le dije: “Creo que también habría que hacer pronombres de complemento directo, indirecto para las cuarta, quinta, sexta personas... Y así”.
     En algún momento durante la plática sobre las personas posterciarias, Luis Rodrigo dijo que en el idioma de los huicholes sólo se puede hablar de lo que uno ve o de lo que otro le ha contado a uno que ha visto, pero no más allá; pero empezó a dudar si se trataba de los huicholes. Yo le dije que así era el idioma de los pirahãs; en palabras de su estudioso, Daniel Everett: “[Their] Grammar and... are restricted to concrete, immediate experience (where an experience is immediate in Pirahã if it has been seen or recounted as seen by a person alive at the time of telling)...”.
     ...Ahora que lo pienso, se podría decir: “El primero le platicaba al segundo que un tercero era muy loco”. Sin embargo, no queda claro si el tercero estaba presente o no (aunque eso se puede arreglar con una cláusula: “...un tercero, quien no estaba presente”). Me gustan más los sufijos, y los prefijos también.

2 de febrero de 2012

Zoroastrismo II


Ahura Mazda y su Adversario1

Esta fue la primera de varias ocasiones en que Zoroastro vio a Ahura Mazda en una visión, o en que sintió su presencia, en que escuchó sus palabras que lo llamaban por su servicio, un llamado que él obedeció de todo corazón. “Para esto” (declara) “he sido distinguido como tuyo desde el principio” (Y 44.11). “Mientras tenga poder y fuerzas, enseñaré a los hombres a procurar lo correcto (asha)” (Y 28.4). Fue como amo del asha (el orden, lo correcto y la justicia) que veneraba a Ahura Mazda. Esto era según la tradición, ya que Mazda había sido alabado desde tiempos pasados como el más grande de los tres Ahuras, los guardianas del asha; pero Zoroastro fue más allá y, a partir de las creencias aceptadas, sorprendentemente proclamó que Ahura Mazda era el único Dios increado, que existía eternamente, y era el Creador de todo lo demás que es bueno, incluyendo a todas las otras divinidades generosas.
     No se puede esperar, sin ninguna certeza, volver sobre los pasos de los procesos mentales que llevaron a Zoroastro a esta creencia exaltada, pero parece probable que haya llegado a ella a través de la meditación sobre el acto diario de la alabanza que él, como sacerdote, realizaba, y sobre las teorías cosmogónicas relacionadas con este acto. Expertos sacerdotes, como hemos visto, habían desarrollado una doctrina del génesis del mundo en siete etapas, con las siete creaciones representadas todas en el yasna, y habían postulado la unidad fundamental en la esfera de lo físico, con toda la vida proveniente de una sola planta original, un solo animal y un solo hombre. Parecería que Zoroastro se inspiró de esta doctrina para reconocer también una unicidad original semejante en la esfera de lo divino, con un único Ser generoso existente en el universo desde el comienzo, Ahura Mazda, el todo sabio, y también el todo justo y todo bueno, de quien todos los demás seres divinos emanaron.
     Las duras experiencias habían convencido evidentemente al profeta de que la sabiduría, la justicia, la bondad estaban completamente separados, por naturaleza, de la maldad y la crueldad, y en una visión observó, coexistiendo con Ahura Mazda, a un Adversario, el “Espíritu Hostil”, Angra Mainyu, igualmente increado, pero ignorante y todo maldad. Zoroastro contempló a estos dos grandes Seres con ojo profético en su remoto encuentro original: “Verdaderamente hay dos Seres primordiales, gemelos, renombrados por estar en conflicto. En pensamiento y palabra y acto son dos, lo bueno y lo malo... Y cuando estos dos Seres se encontraron por primera vez, crearon la vida y la no-vida, y que al final la peor existencia será para los seguidores de la falsedad (drug), pero la mejor morada para aquellos que posean la rectitud (asha). De los dos Espíritus, el que sigue la falsedad eligió hacer las peores cosas; el Espíritu más Santo de todos, cuya vestimenta es de la piedra más dura [es decir, el cielo] eligió la rectitud, y (asimismo lo harán todos) aquellos que satisfagan a Ahura Mazda mediante acciones justas” (Y 30.3-5).
     Un elemento esencial de esta revelación es que cada uno de estos dos Seres primordiales hicieron una elección deliberada (aunque cada uno, al parecer, según su propia naturaleza) entre el bien y el mal, un acto que prefigura la misma elección que cada hombre debía hacer para sí mismo en esta vida. El ejercicio de la elección convirtió el antagonismo inherente entre estos dos Seres en uno activo, el cual quedó expresado en una decisión tomada por Ahura Mazda, en la creación y la contra-creación, o, como lo puso el profeta, en la creación de la “vida” y la “no-vida” (es decir, la muerte); pues Ahura Mazda entendió en su sabiduría que si se convertía en Creador y creaba este mundo, entonces el Espíritu Hostil lo atacaría, porque este mundo era bueno, y se convertiría en un campo de batalla para sus dos fuerzas, y al final, Él, Dios, ganaría la gran batalla y podría destruir el mal, y así haría realidad un universo que sería todo bueno para siempre.

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1 de febrero de 2012

Zoroastrismo I


Como ya había comentado en una entrada anterior, encuentro harto interesantes las convergencias y divergencias entre las religiones brahmánicas o abrahámicas y el zoroastrismo. Hago y comparto una traducción libre de las segunda, tercera, cuarta, quinta y sexta secciones del segundo capítulo del ya mencionado libro de Mary Boyce. Los títulos de las secciones son los mismos que los que aparecen en el libro.

Zoroastro y su misión1

Los tiempos de Zoroastro no pueden establecerse con ninguna precisión, ya que vivió en lo que para su pueblo eran tiempos prehistóricos. El lenguaje de los Gathas es arcaico, y próximo al del Rigveda (cuya composición se ha señalado que es de alrededor de 1700 A.C., o posterior); la imagen del mundo que se obtiene de ellos es, en correspondencia, la de uno antiguo: la de una sociedad de la Edad de Piedra. Podría tener que hacerse alguna concesión por conservadurismo literario; también es posible que la gente avéstica (como es llamada la tribu de Zoroastro a falta de un mejor nombre) fuera pobre o estuviera aislada, y no fuera, de este modo, rápidamente influenciada por los desarrollos de la Edad de Bronce. Por lo tanto, sólo es posible aventurar una conjetura razonada de que vivió entre el 1700 y 1500 A.C.
     En los Gathas, él se refiere a sí mismo como “zaotar”, es decir, como sacerdote plenamente calificado; es el único fundador de una relgión mundial que fuera al mismo tiempo sacerdote y profeta. (En el Avesta más temprano, se habla de él mediante la palabra general para sacerdote “athaurvan”). También se llama a sí mismo “manthran”, es decir, alguien capaz de componer “manthra” (en sánscrito, “mantra”), palabras de poder que vienen por inspiración. La formación para el sacerdocio iniciaba temprano entre los indo-iranios, probablemente alrededor de los siete años de edad, y se llevaba a cabo de manera oral, pues no tenían el conocimiento de la escritura. Básicamente debió haber consistido en aprender los rituales y la doctrina, también en adquirir la habilidad para improvisar versos en la invocación y alabanzas de los dioses y en aprender de memoria grandes manthras compuestos por sabios anteriores. Los iranios sostenían que la madurez se alcanzaba a los quince, y se puede suponer que fue a esa edad a la que Zoroastro fue hecho sacerdote. Sus propios Gathas sugieren que debió haber buscado, a partir de entonces, todo conocimiento más elevado que pudiera obtener de varios maestros, y se describe más adelante como un “vaedemna” o “uno que conoce”, un iniciado poseído por la sabiduría de inspiración divina. De acuerdo a la tradición zoroastrista (preservada en los libros Pahlavi), pasó años deambulando en una búsqueda por la verdad; sus cánticos sugieren que ha de haber presenciado actos de violencia, de bandas de guerra, fieles seguidores de los Daevas, que bajaban a comunidades pacíficas para saquear, matar y robar ganado. Zoroastro, consciente de su incapacidad física, se llenó de un profundo deseo de justicia, de que la ley moral de los Ahuras se instaurara para los fuertes y débiles por igual, de modo que el orden y la tranquilidad prevalecieran y todos pudieran llevar una vida en paz.
     Según la tradición, Zoroastro tenía treinta, tiempo de la madurez de la sabiduría, cuando por fin la revelación vino a él. Este gran suceso es aludido en uno de los Gathas (Y 43) y es descrito lacónicamente en una obra Pahlavi (Zadspram XX-XXI). Aquí se dice que Zoroastro, estando en una reunión, asistió a celebrar un festival por la primavera, al alba fue al río a buscar agua para la ceremonia del haoma. Vadeó hasta el medio de la corriente para sacarla, y cuando regresó a la orilla — en un estado de pureza ritual, surgiendo del elemento puro, el agua, en la frescura de un alba de primavera— tuvo una visión. Vio en la orilla a un Ser luminoso, que se reveló a sí mismo como Vohu Manah, la “Buena Intención”, y este Ser llevó a Zoroastro ante la presencia de Ahura Mazda y otras cinco figuras resplandecientes, ante quienes “no vio su propia sombra sobre la tierra, debido a su gran resplandor”. Fue entonces que, de esta gran heptada, recibió su gran revelación.
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