2 de febrero de 2012

Zoroastrismo II


Ahura Mazda y su Adversario1

Esta fue la primera de varias ocasiones en que Zoroastro vio a Ahura Mazda en una visión, o en que sintió su presencia, en que escuchó sus palabras que lo llamaban por su servicio, un llamado que él obedeció de todo corazón. “Para esto” (declara) “he sido distinguido como tuyo desde el principio” (Y 44.11). “Mientras tenga poder y fuerzas, enseñaré a los hombres a procurar lo correcto (asha)” (Y 28.4). Fue como amo del asha (el orden, lo correcto y la justicia) que veneraba a Ahura Mazda. Esto era según la tradición, ya que Mazda había sido alabado desde tiempos pasados como el más grande de los tres Ahuras, los guardianas del asha; pero Zoroastro fue más allá y, a partir de las creencias aceptadas, sorprendentemente proclamó que Ahura Mazda era el único Dios increado, que existía eternamente, y era el Creador de todo lo demás que es bueno, incluyendo a todas las otras divinidades generosas.
     No se puede esperar, sin ninguna certeza, volver sobre los pasos de los procesos mentales que llevaron a Zoroastro a esta creencia exaltada, pero parece probable que haya llegado a ella a través de la meditación sobre el acto diario de la alabanza que él, como sacerdote, realizaba, y sobre las teorías cosmogónicas relacionadas con este acto. Expertos sacerdotes, como hemos visto, habían desarrollado una doctrina del génesis del mundo en siete etapas, con las siete creaciones representadas todas en el yasna, y habían postulado la unidad fundamental en la esfera de lo físico, con toda la vida proveniente de una sola planta original, un solo animal y un solo hombre. Parecería que Zoroastro se inspiró de esta doctrina para reconocer también una unicidad original semejante en la esfera de lo divino, con un único Ser generoso existente en el universo desde el comienzo, Ahura Mazda, el todo sabio, y también el todo justo y todo bueno, de quien todos los demás seres divinos emanaron.
     Las duras experiencias habían convencido evidentemente al profeta de que la sabiduría, la justicia, la bondad estaban completamente separados, por naturaleza, de la maldad y la crueldad, y en una visión observó, coexistiendo con Ahura Mazda, a un Adversario, el “Espíritu Hostil”, Angra Mainyu, igualmente increado, pero ignorante y todo maldad. Zoroastro contempló a estos dos grandes Seres con ojo profético en su remoto encuentro original: “Verdaderamente hay dos Seres primordiales, gemelos, renombrados por estar en conflicto. En pensamiento y palabra y acto son dos, lo bueno y lo malo... Y cuando estos dos Seres se encontraron por primera vez, crearon la vida y la no-vida, y que al final la peor existencia será para los seguidores de la falsedad (drug), pero la mejor morada para aquellos que posean la rectitud (asha). De los dos Espíritus, el que sigue la falsedad eligió hacer las peores cosas; el Espíritu más Santo de todos, cuya vestimenta es de la piedra más dura [es decir, el cielo] eligió la rectitud, y (asimismo lo harán todos) aquellos que satisfagan a Ahura Mazda mediante acciones justas” (Y 30.3-5).
     Un elemento esencial de esta revelación es que cada uno de estos dos Seres primordiales hicieron una elección deliberada (aunque cada uno, al parecer, según su propia naturaleza) entre el bien y el mal, un acto que prefigura la misma elección que cada hombre debía hacer para sí mismo en esta vida. El ejercicio de la elección convirtió el antagonismo inherente entre estos dos Seres en uno activo, el cual quedó expresado en una decisión tomada por Ahura Mazda, en la creación y la contra-creación, o, como lo puso el profeta, en la creación de la “vida” y la “no-vida” (es decir, la muerte); pues Ahura Mazda entendió en su sabiduría que si se convertía en Creador y creaba este mundo, entonces el Espíritu Hostil lo atacaría, porque este mundo era bueno, y se convertiría en un campo de batalla para sus dos fuerzas, y al final, Él, Dios, ganaría la gran batalla y podría destruir el mal, y así haría realidad un universo que sería todo bueno para siempre.

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