La creación y los tres periodos1
Otro aspecto de la relación entre lo tangible y lo intangible se plasmó en las enseñanzas de Zoroastro: que Ahura Mazda realizó el acto de la creación en dos etapas. Primero le dio existencia a todas las cosas en un estado incorpóreo, llamado en los Pahlavi “menog”, es decir, “espiritual, inmaterial”. Entonces les dio existencia “material” o “getig”. La existencia getig es mejor que la previa menog, pues en aquella la creación perfecta de Ahura Mazda recibió el bien adicional de la forma sólida y sintiente. La formación de estos dos estados, juntos, constituyó el acto de la Creación, llamado en los Pahlavi “Bundahishn”. La realización del estado getig dispuso el terreno para la batalla contra el mal, pues, a diferencia del estado menog, aquel era vulnerable al ataque, y Angra Mainyu atacó enseguida. Según como se presenta el mito en los libros Pahlavi, Angra Mainyu irrumpió violentamente a través del cuenco inferior del cielo pétreo, estropenado de este modo su perfección. Entonces se zambulló hacia arriba por el agua, volviendo salada gran parte de ella, y atacó la tierra, creando desiertos. Enseguida marchitó la planta, y dio muerte al Toro únicamente Creado y al Primer Hombre. Finalmente, se abalanzó sobre la séptima creación, el fuego, y lo mancilló con el humo, de manera que hubo arruinado físicamente toda la buena creación.
Los seres divinos unieron sus fuerzas. Ameretat tomó la planta, la machacó (como se machaca el haoma en el ritual yasna), y esparció su esencia por el mundo mediante nubes y lluvia, para que creciera por todos lados como más plantas. Las semillas del Toro y la del Hombre fueron purificadas en la luna y el sol, y más ganado y hombres brotaron de aquellas. Así que, en la versión zoroastrista del viejo mito, el sacrificio generoso, atribuido originalmente a los dioses paganos, se señaló como un acto malvado de Angra Mainyu, pues fue él quien trajo decadencia y muerte en el mundo perfecto y estático de Ahura Mazda. Sin embargo, los Amesha Spentas fueron capaces, a través de su poder santo, de convertir los actos malignos de Angra Mainyu en benignos, y tal debe ser el esfuerzo constante de toda la buena creación.
La “Creación” fue el primero de los tres periodos en los que fue dividido el drama de la historia cósmica. El ataque de Angra Mainyu inauguró el segundo, el de la “Mezcla” (en los Pahlavi “Gumezisn”), durante el cual este mundo ya no es completamente bueno, sino una mezcla de bueno y malo; pues puesto en marcha el ciclo de la existencia, Angra Mainyu continuará atacando, con los Daevas y todas las otras legiones de la oscuridad a las que les dio existencia para oponerse a las Yazatas, y, juntos, no sólo inflingir males físicos sino también todo mal moral y espiritual que cada hombre padece. Para resistir sus ataques, el hombre ha de venerar a Ahura Mazda y a los seis Amesha Spenta, y traerlos tan plenamente en el propio corazón y ser, que no haya cabida para el vicio y la debilidad. También debe alabar a todos los generosos Yazatas, algunos de los cuales, como los Ahuras menores (dos veces invocados por Zoroastro mismo en los Gathas) lo ayudarán también en sus luchas morales, mientras que otros, como el Sol y la Luna, harán su parte manteniendo el mundo físico fuerte y conforme a asha.
De acuerdo con la nueva revelación de Zoroastro, la humanidad compartió de este modo, con las divinidades spentas, el gran propósito común de gradualmente vencer al mal y restaurar el mundo a su perfecto estado original. Al momento glorioso en que esto se llevará a cabo se le llama “Frashokereti” (en los Pahlavi “Frashegird”), un término que probablemente significa “Curación” o “Renovación”. Con ese momento, la historia cesará, pues el tercer periodo, el de la “Separación” (en los Pahlavi “`Wizarishn”), tendrá lugar. Este es el periodo en que lo bueno, de vuelta, estará separado del mal, y puesto que el mal será completamente destruido, el periodo de la Separación será eterno, y en él Ahura Mazda y todos los Yazatas y los hombres y las mujeres vivirán juntos para siempre en paz y en perfecta y tranquila bondad.
Postulando de esta manera no sólo un comienzo sino también un final de la historia humana, Zoroastro hizo una ruptura profunda con las ideas anteriores, según las cuales el proceso de la vida, una vez comenzado, se esperaba que continuara para siempre, si los hombres y los disoses hacían lo que les correspondía. El viejo concepto de la cooperación entre divinidad y adorador, como necesaria para mantener el mundo conforme a asha, persistió en sus enseñanzas, pero le dio a esta cooperación un nuevo significado: no sólo estaba dirigida a preservar el mundo tal cual es, sino a alcanzar una meta final de perfección restaurada. Más aún, su revelación le dio al hombre nueva dignidad, pues conforme a esa revelación fue creado para ser aliado de Dios, trabajando con él para lograr la victoria sobre el mal, la cual es anhelada por ambos.
La doctrina de los Tres Periodos ---la Creación, la Mezcla, la Separación--- hace a la historia, en cierto sentido, cíclica: en el tercer periodo, el mundo getig será restaurado a la perfección que poseía en el primero. Mientras tanto todas las penas y luchas del periodo presente de la Mezcla son parte de la batalla contra Angra Mainyu. De esta manera, Zoroastro no sólo vio un propósito noble para la humanidad, sino también ofreció a los hombres una explicación razonada para lo que tienen que soportar en esta vida, al considerar esto como aflicción traida por el Espíritu Hostil, y no al imputar, a la voluntad de un Creador todopoderoso, el sufrimiento de sus creaturas aquí abajo.
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