22 de octubre de 2006

¿Cómo será la muerte? Me mata la curiosidad.

Todos estaban ahí, todos: los cardenales y el vicediós. Los lamentos salmodiados reverberaban debido al gran espacio del aposento; era ensordecedor, deprimente, un desierto de dunas azotado por vientos monótonos. Se llevó a cabo la extremaunción: ya quería morir. Dios será benevolente conmigo porque Él bien sabe que nunca hice mal, nunca. Desde que era un niño quise estar a su Lado, ser un celícola; ahora lo estoy, lo soy, soy inmensamente feliz.

Tendido en el suelo, moría, concentrado en la respiración; siete trompetas sonaron, una luz poliestésica invadió mi campo visual: he transnacido. Somos seres menos densos; vivimos, y también morimos, para ser más etéreos, llegar al lugar del que hemos nacido: el vacío, le néant, glã: “glã ye lankolo nye, lankolo nye glã ye, glã ye a yere ke lankolo fla ye, lankolo fla ye a yere ke glã ye”: glã es el vacío, el vacío es glã, glã mismo se hizo dos vacíos, dos vacíos se hicieron glã mismo”.

Caromomia soy, atrapado estoy: inmóbil, consciente y muerto. Ftártico soy para la tierra: nunca me pudro, no la alimento, no me integro: no estoy.

La Guadañil hoy me vino a ver; depuis belle lurette on est amis. A ella le gustan las canicas; por eso me viene a ver: quiere jugar conmigo. Nunca he ganado un juego: es muy buena para hacer calacas; aunque siempre me divierto: sus bromas me matan de la risa.

Una ocasión visité a un cohen para que me dijera de qué iba a morir; no quiero morir enfermo: me enferma toda esa yatrolexia.

© Enrique Ruiz Hernández